La mayoría de las infecciones en niños son más frecuentes en invierno que en verano. Pero el calorcito también tiene las suyas. Vamos a hablar de una de ellas: las otitis “piscineras”.
El oído tiene varias zonas que pueden infectarse. Es sencillo e importante distinguir los tipos más frecuentes de otitis, porque cada uno se trata de un modo diferente.
Desde la oreja hacia dentro, tenemos el conducto auditivo externo. Es el orificio que va hacia el interior desde la oreja. En él asientan las otitis externas. Son las típicas otitis “piscineras”. Continuamos y llegamos al tímpano, una membrana circular que vibra con los sonidos. Puede inflamarse tanto en las otitis medias como en las externas.
Tras el tímpano hay un hueco que llamamos oído medio, que se comunica con la garganta a través de un conducto denominado trompa de Eustaquio. El oído medio está tapizado por una mucosa que produce un moco que debe ir drenando hacia la garganta por la trompa de Eustaquio.
A veces la producción de moco es muy abundante o no drena bien por la trompa de Eustaquio. Otras veces, cuando se está tumbado el moco de la garganta sube hacia los oídos. Pero sea el mecanismo el que sea, cuando el moco se acumula en el oído medio y está a presión, duele. Es lo que llamamos otitis media.
Cuando esto, ocurre el tímpano se abomba hacia fuera y produce dolor. En ocasiones llega incluso a perforarse para dejar salir el moco hacia el oído externo y el exterior de la oreja. Esto suele coincidir con una disminución del dolor, pero también con la alarma de los padres al ver que el oído “supura”.
Una piscina es básicamente un lago chiquitito en el que se baña mucha gente. Esto quiere decir que muchos gérmenes de la gente van quedando en esa agua. Evidentemente para eso están los sistemas de depuración (con cloro, con sal, mixtos, etcétera).
El problema surge porque algunos de los gérmenes son resistentes a estos sistemas de depuración y porque algunas personas tienen más facilidad para que esos gérmenes proliferen en su oído Externo.
Cuando esto ocurre, aparece la otitis externa tras acudir a la piscina. El germen más típico en producir estas infecciones es la Pseudomona, un microbio que crece produciendo enrojecimiento del conducto auditivo externo y manchitas blancas. Suele ser bastante doloroso, pero es raro que cause fiebre. El dolor suele tardar un par de días en aparecer tras acudir a la piscina.
Estas otitis duelen tanto de noche como de día, con cualquier mínimo roce de la zona.
Cuando ya está la otitis es mala idea usar tapones, ya que en ese momento el tapón puede dañar la piel ya afectada por el microbio y porque el niño no suele permitir que se le ponga por el dolor que le causa.
• Lo primero es no usar bastoncillos en el interior del conducto auditivo externo. Los bastoncillos eliminan la capa de cerumen que protege el oído evitando que los gérmenes se asienten. Si tiene un tapón de cera sí conviene retirarlo. Pero la cera normal que va fluyendo poco a poco hacia fuera es mejor no tocarla.
• En los niños que tienen tendencia a sufrir otitis externas, si se puede escoger, es mejor la playa que la piscina. Las otitis externas son muy raras con agua marina.
• Si el niño va a ir a la piscina y tiene otitis externas con frecuencia debería usar tapones cuando se encuentre bien, aunque lograr que se lo ponga puede ser a veces labor imposible.
• Si aparece dolor y es persistente, es necesario acudir al pediatra para que valore el caso y prescriba el tratamiento adecuado.
• Mientras dure el tratamiento, hay que evitar la piscina. No vale ir “sin meter la cabeza”. Esto puede ser una opción en adultos o en niños mayores muy responsables. Pero en niños pequeños es poco realista. Jugando acaban salpicándole agua y, aunque tratemos la infección, si seguimos introduciendo “bichitos” nuevos no vamos a acabar con ella. Si además es de los que tiene la cabeza más tiempo bajo el agua que sobre ella, el riesgo se multiplica.
• El tratamiento suele consistir en gotas de antibióticos que se aplican directamente sobre el oído infectado y analgésicos para calmar el dolor.
• Es raro que las otitis externas por agua de piscina provoquen fiebre pero, si lo hacen, debe ser valorado por si la infección está progresando al interior del oído y fuese necesario añadir antibióticos por vía oral.
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